La condición corporal de las cerdas es un aspecto crucial en la producción porcina, ya que influye directamente en la salud y productividad de los animales. Por este motivo, la medición de la condición corporal de las cerdas para identificar si la cerda esta delgada, normal (ideal) o gorda, es clave para optimizar la reproducción.

Hoy en día la genética de las cerdas ha avanzado hacia cerdas hiperprolíficas, por lo que el análisis riguroso de su condición corporal es esencial para asegurar el bienestar de la cerda, favoreciendo tanto la eficiencia de la granja como la calidad de las camadas. La medición de grasa dorsal en las cerdas permite saber si éstas se encuentran en una buena condición corporal, y si están ajustadas al momento del ciclo productivo en el que se encuentra la cerda. Además, esta valoración objetiva ayuda a los trabajadores de la granja a regular la alimentación de las cerdas en función de su condición, incrementando la ración a aquellas cerdas más delgadas que presentan un porcentaje de grasa dorsal inferior al necesario y viceversa.

El espesor de grasa dorsal es clave en la producción porcina

A pesar de que el espesor de grasa dorsal se debe mantener óptimo durante todo el ciclo reproductivo, hay cuatro momentos críticos en los que debemos realizar el análisis:

  • Nulíparas: para confirmar que tienen la grasa dorsal adecuada antes de la primera inseminación (13-15 mm).
  • Cerdas destetadas: para revisar el estado de carnes de estas en el momento del destete y decidir si están en la condición adecuada para la inseminación (13-16 mm); si hay cerdas por debajo de 12 mm no deberían cubrirse.
  • Cerdas tras 28 días desde la inseminación: para revisar si se ha producido esa recuperación de condición corporal y serán capaces de llevar a término la gestación sin problemas.
  • A la entrada de maternidad: para cerciorarnos de que tienen la cantidad de grasa dorsal necesaria porque si se encuentran muy pasadas de peso, es posible que no coman la cantidad necesaria de pienso con los problemas de producción láctea que conlleva (16-18 mm), además de las posibles distocias que pueden aparecer durante el parto. Por otro lado, si la hembra entra delgada a la maternidad, se podrá comprometer su calidad lechera y el crecimiento de su camada; así como el éxito de la nueva gestación (pudiéndose ver comprometida la tasa de ovulación) y siendo más propensas a padecer lesiones y cojeras (Marco Faccenda, 2005).